sábado, 31 de octubre de 2009

Visita familiar

Tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… tunnn… Pasan las doce vibraciones consecutivas que hicieron estremecer el agua. Él cruza la puerta y se dirige directo a la cocina, las luces están apagadas, pero no requiere más que la emendada en el fondo del cuarto, cansado toma un vaso de agua para saciar su sed, se sienta unos segundos para reposar,  tomar un poco de energías y poder subir al cuarto. El único que le reconoce es el perro que yace sobre el tapete bajo las escaleras y no hace más por llamar su atención que mover la cola en vaivenes mientras le mira.
Toda la casa está en perfecta tranquilidad y armonía, hoy los niños duermen apacibles en sus camas, su esposa descansa sin preocupaciones, la casa está tal y cual él la dejó, detalles más, detalles menos, pero es lo mismo… Bueno, no, eso no. Falta algo… no se ve pero se siente. No es el mismo humor que la última vez. A él le parece extraño tener aquel  recuerdo, tal vez es por cansancio, ya es algo tarde y él apenas va llegando a casa. Como de costumbre, entra en las habitaciones para ver a su familia, estar un rato junto a ellos y acariciarles en sus sueños. Y así recorre una a una las habitaciones pasando y repasando con su mano  los rostros y cabezas de los amados infantes. Sonrisas son lo único que alumbra los espacios, todo es total penumbra al ritmo de la lluvia. Finalmente al su cuarto con su esposa, aquella a la cual juró nunca dejar, se recuesta sobre la cama, se acurruca y acomoda la cabeza femenina sobre su regazo, inhala el aroma a jojoba, delinea con los dedos las cejas, los párpados, la nariz, la boca, las mejillas, la barbilla… Sigue con el cuello y ahí termina el recorrido, cierra sus ojos y recuerda… facilidad es para él el pasado. Ya pasó mucho tiempo, la corona de espinas que adorna al sol se empieza a notar, de nuevo a la cocina, la comida que está lista desde ayer no hace más que adornar la mesa, la luz del fondo se extinguió y la foto que aderezaba la lasaña ya se ve mejor. Pero no hace caso a la comida es tiempo de retirarse, hoy comió algo mejor que todos aquellos días de gloria. Se retira feliz y esperando al siguiente año encontrar un banquete semejante.

viernes, 23 de octubre de 2009

Calaverita






















-¡Hola, hola! Mi Flackito.
-¿Cómo andas mi estimada?
-Pues nomás aquí, amiguito.
Como siempre, de pasada.
-¿Y cómo va la chamba?
-Pues ya ves, algo apurada.
Que por cierto hoy si nos vamos
directito a la chingada.
-¡No, no, no! ¡Eso para nada!
Hay pa’ la otra si se puede.
-¿Pero cómo mi Flackito?
Ya van varias que me debes.
-¿Qué te cuesta otro ratito?
Si soy re cuate y bonachón.
-Déjame hecho una llamadita
y le pregunto aquí al patrón.
-¿Quién la quiere mi flaquita?
-Ya deja de andar de lambiscón.
      Ya hablé con el jefe
y me dice que te deje.
-¡¿En serio?! ¡¿Me lo juras?!
-Ya ves, él y sus locuras.
Que cerca estuviste.
Pa’ mi que aquí hay bisne.
-¿Cómo crees, mi tocaya?
Si no soy ninguna alimaña.
-Pues es que ya van varias.
Y contigo puras fallas.
-¿Pues qué quieres que te diga?
-Ya dime de veras.
 ¿Por qué tanto perdón?
-Pues lo que dice tu patrón.
Dar más de lo que esperas
y hacer todo con pasión.
-Está bueno Flackito,
que la chamba está pesada.
-Ok, nos vemos al ratito
y ya no seas desgraciada.

viernes, 16 de octubre de 2009

Playa


Ella, ahí recostada sobre finos granos de suelo amarillo, tranquila, inmóvil, una escultura, la más bella del horizonte, siendo acariciada por los secretos que lleva el viento que se desliza por sus líneas y hace remolinos en los espacios que encuentra, como no queriendo escapar de ella, porque así es, para finalmente perderse en el profundo gris que esconde el brillo. Porque hoy el sol no quiso salir, se sentiría opacado frente a ella. Mejor deja nubes para el sentimiento y gotas para la melancolía. Agua que cae por montones y por goteo a la vez, con intención de ser discreta, se impacta en ella para entremezclarse y pertenecer, un poco aunque sea de esa escultural belleza, y escurre, lenta y suavemente sobre ella, porque como el viento, el agua tampoco se quiere despegar. Finalmente pierde la batalla con la gravedad y se filtra por el suelo y se pierde en el oleaje que juega enjuagando su jugo y gimiendo el conjuro que jura jamás terminar.

sábado, 10 de octubre de 2009

Dama de blanco

Una silueta femenina casi perfecta de espaldas a mí de aquellas que adoro en ocasiones, acicalada por un bello vestido de velo blanco, entallado de la cintura para arriba y suelto de las piernas que se delatan por la luz lunar, ella, la silueta que me agrada yace recargada en la ventana de cristal que muestra el jardín, un momento tranquilo, cual si el tiempo no existiera, no hay sonidos, todo en medio de la obscuridad de la paciente y estática noche en tonos azules debido al brillo de la luna, miro al frente de mí y veo la televisión colgada de la pared, el sillón verde intacto, el foquito rojo encendido al igual que los amarillos y el verde, la mesa junto al sillón, todo tal y cual estaba en la tarde. Como todas las noches, el hospital sereno con ningún alma en los pasillos al parecer, afuera no hay razón de vida o señal alguna de movimiento a mi lado mi padre recostado como anoche y antenoche sobre el sillón, como siempre yo velando sus sueños, cuando debería ser al revés. De pronto un profundo miedo se hospeda en mí, no sé si sea el medicamento que me provoca paranoia o la silueta femenina que sigue contemplando el paisaje, pero ahora veo más cercana, cierro los ojos para intentar regresar a mis sueños, como si cerrándolos se apagara ese miedo y regresara a mí armonía.
No resultó, intento tomar el control de la TV parta encenderla y olvidar el miedo pero no lo alcanzo, eso incrementa mi desesperación y mi miedo, mientras tanto la silueta se sigue acercando sin moverse, aparentemente el cuarto se hace más pequeño o mi visión falla, pero cada segundo la siento más cerca de mí y de pronto es como si estuviese respirando sobre mi pero no es así, porque continúa con el paisaje, así me sucede en repetidas ocasiones, tal vez dos o tres o quizá cinco o seis, los números es algo que no importa con este temor. Cuando volteo a mi izquierda y por fin le veo la cara, y si antes tenía miedo ahora es pavor, su silueta desentona totalmente con su cara. ¿Cómo es posible que aquella silueta de ensueño se conjugue con este espanto de rostro?, un rostro carcomido en las mejillas, pupilas gigantes, cabello despeinado y sonrisa horrenda. Creo que es la muerte, y viene por mí, pero no tengo ganas de ir con ella todavía tengo muchas cosas por hacer. ¡Por Dios!, ni siquiera he cumplido alguno de mis más grandes sueños. ¿Cómo me voy a ir así?, cerrando los ojos pienso “No no no. Hoy no, ya será después”.
Abro los ojos y es de día, mi padre ya no está a mi lado, lo escucho en la regadera, en el pasillo bromas entre enfermeras, afuera las aves trinando, los carros pitando, los niños jugando futbol y los perros ladrando, pero aún queda la firme y profunda sensación de su mano sobre mi pecho. No sé si fue un sueño o en realidad pasó. Lo que si se es que no fue hoy, “ya será después”.